martes, 12 de febrero de 2019

FUERTE DE SAN CRISTOBAL (Pamplona)




Durante la Guerra Civil Española, fue una de las prisiones más duras. Llegaban presos de todas partes de la España franquista, pero solo se registraban aquellos que tenían una condena firme. Muchos no fueron registrados, sino que fueron directamente fusilados.
En las celdas de castigo, los presos podían estar varios meses pasando hambre y con un alto nivel de humedad. Algunos reclusos podían recibir la visita de sus mujeres, que les llevaban algo de ropa y un poco de comida. La mayoría de ellos dormían en el suelo sobre agua, con lo cual contraían muchas enfermedades sobre todo pulmonares, que a veces les llevaba a la muerte.
Este monte tiene todas sus laderas llenas de fosas con los restos de muchos republicanos que fueron a dar con sus huesos en dicho penal. En principio no fue construido para tal objetivo sino para defender la parte del Pirineo Navarro y cuando quedó obsoleto le dieron el cometido de prisión durante 11 años, desde 1934 a 1945.







                                        


































































CEMENTERIO DE LAS BOTELLAS


Cuando el penal se convierte en hospital, entre 1942 y 1945, hay constancia de la muerte de 131 presos, la mayoría por tuberculosis, que son enterrados en el cementerio del fuerte, pero no hay cruces ni lápidas como es usual en un camposanto. Eran enterrados con una botella entre las piernas, dentro contenía un papel que recogía su nombre y las causas de su condena y muerte. Por esto pasa a ser conocido como “El Cementerio de las Botellas”. Se enterró en filas de 5, y estaba preparado para enterrar a unos 400 reclusos.







Estas son algunas de las fosas comunes que tienen localizadas las familias y la Asociación Txinparta-Fuerte de San Cristóbal. Una de ellas ya ha sido exhumada, pero aún quedan otras que siguen igual o incluso sin saber con exactitud su paradero.